martes, 26 de mayo de 2009

LAS AVENTURAS DE ALBERTO "EL ASTUTO" (EL CUENTO DE ALBERTO 4ºC)

Por fin estaba delante de la montaña de fuego y aún me quedaban un montón de puertas que atravesar para llegar a la cámara del tesoro. Vi la primera puerta, pero no era fácil de pasar porque había un guerrero de madera gigante y era poco inteligente, por eso cogí una piedra y la tiré hacia un lado y en el momento en que se aproximaba al sitio me metí corriendo. Llegué a un pasillo lleno de todo tipo de trampas que pasé saltando y agachándome. Así llegué a la segunda puerta. Había dos escorpiones venenosos delante de ella pero parecían domesticados, aunque eran muy astutos. Me puse un traje de hierro para tener precaución, hice una jaula y me lancé sobre ellos. Los capturé y para distraerles les puse comida y me metí por la puerta. Atravesé un pasillo recto, giré hacia la derecha, después hacia la izquierda y llegué a la tercera puerta. Delante de la puerta estaba el monstruo más terrible, más serio y más fuerte del mundo y el más triste. Me di cuenta de que tenía dos puntos débiles: era triste y serio. Yo, como soy muy astuto, le hice cosquillas y mientras que se partía de risa pasé corriendo. A continuación tuve que esquivar unas flechas. Me encontré con unas serpientes y las salté, y por último tuve que atravesar un laberinto. Al final del laberinto estaba la puerta número cuatro. Mientras me acercaba y comencé a escuchar una música que me adormecía poco a poco y no conseguía avanzar, cada vez me dormía más. Pero esta prueba era fácil de superar, cogí unos cascos con música rock para no oír la otra música y avancé. Después de atravesar la puerta tuve que pasar por otro pasillo muy oscuro, tanto que tuve que encender una antorcha para ver un poco. Tuve que ir pasando de un lado al otro porque en el centro había trampas. Llegué a la quinta puerta. Delante había un árbol cuyas ramas me estaban aprisionando más cada vez que me acercaba y me impedía pasar, pero como era bastante tonto le dije:
―Mira, unos pájaros están haciendo un nido en ti.
Se lo creyó y mientras intentaba quitárselo con las ramas, yo pasé corriendo. Cuando estoy dentro veo que tengo que pasar entre animales y fieras, es decir, entre leones, tigres, arañas, etc. Lo superé todo. Ya estaba en la sexta puerta. Cada vez estaba más cerca de la cámara del tesoro. Esta prueba era difícil de superar porque la puerta era invisible y estaba delante de un agujero negro y si daba un paso en falso caería a un vacío profundo. Tardé unos minutos en pensar cómo atravesar la puerta, y ¡ajá! Lo descubrí. Le tiré arena hacia el agujero y se pegó a la puerta, la abrí y pasé. Dentro no era tan difícil de superar. Había solo unas cuantas telarañas y seguir recto. Cuando vi luz supuse que ya estaba en la última puerta antes de la cámara del tesoro y estaba en lo cierto. Delante de la puerta había un rebaño de cabras riéndose a carcajadas pero solo me dejarían pasar cuando consiguiese que llorasen. Se me ocurrieron dos ideas, una era ponerme a cortar cebollas delante de ellas y la otra era contarles una historia triste, pero para no tener complicaciones utilicé las dos y funcionó. Como un trato era un trato, me dejaron pasar. Llegar a la cámara del tesoro fue difícil porque tuve que pasar por cuatro laberintos, pero al final lo conseguí. En la cámara del tesoro podía pedir tanto una cosa real como fantástica. Yo pedí: SER JUGADOR DEL REAL MADRID. Yo era Don Alberto “el astuto” y estaban otros personajes como Jose Carlos “el travieso” y el “rey David”, el chico que quiere ser novio de Hannah Montana que es Mario.

ALBERTO 4ºC