domingo, 17 de mayo de 2009

EL CUENTO DE RAQUEL 4ºC

Por fin estaba delante de la montaña de fuego y aún me quedaban un montón de puertas que atravesar para llegar a la cámara del tesoro. Me llamo Raquel y estoy delante de la primera puerta. Soy maga. Delante de mí hay un gigantesco monstruo horrible con pelo verde, feo, gordo, con un ojo en la frente y otro en la nuca y la boca torcida. Con mi varita mágica hago que no corra nada y que se haga pequeño. Después ya puedo pasar. Seguí andando y me encontré una cueva oscura con telarañas, era pequeña, en el suelo había un líquido verde muy asqueroso y olía muy mal. Al fondo estaba la segunda puerta. Delante de mí hay dos escorpiones venenosos. Con mi manta roja los tapo y salto. Sigo caminando y ahora hay un túnel con murciélagos negros que si haces ruido vienen a por ti pero no te pican. Ya estoy en la tercera puerta y delante de mí hay un terrible monstruo, es muy serio, fuerte, con los ojos en las orejas y la nariz en la frente, pero como es muy fuerte no me deja pasar. Viene otro monstruo más terrible, más serio y más fuerte, le asusta y se va corriendo. Sigo andando y andando y me encuentro con un bosque oscuro. Las plantas pinchan y hay mosquitos, pero no pican. Ya estoy en la cuarta puerta y delante hay una música que me adormece poco a poco. De mi mochila saco un saxofón, voy tocando una canción y no la oigo. Así paso. Sigo caminando y ahora me encuentro muchísimos árboles grandes con hojas que se les caen y que cortan. Tengo que tener mucho cuidado. Llego a la quinta puerta. Delante de mí hay un árbol gigantesco con ramas que me van aprisionando. De mi mochila saco una espada. Las voy cortando y paso. Sigo caminando y ahora hay una sala con sillas y muchas puertas. Una de ella es la sexta puerta pero es invisible y está delante de un agujero negro. Encontré una tiza mágica y dibujé la puerta y así paso. Sigo andando y me encuentro en un campo con flores muy bonito y en un rincón está la séptima puerta. Allí hay un rebaño de ovejas riéndose a carcajadas y tengo que conseguir que lloren para poder pasar. Corto su lana y se ponen a llorar y me dejan pasar. Estoy muy contenta y voy corriendo con todas mis fuerzas y en el cielo hay un enorme sol brillante y a mi alrededor hay duendecitos cantando y bailando y por fin he llegado a la cámara del tesoro. Puedo elegir un deseo, sólo uno y yo pido: QUE HAYA PAZ EN EL MUNDO.

RAQUEL 4ºC